Mtro. Gabriel Levy

Buenas tardes,

El pensamiento mágico se refiere a la creencia de que los pensamientos, palabras o acciones de una persona pueden influir de manera directa en el mundo físico o en los eventos que ocurren, sin una conexión causal evidente desde una perspectiva científica. Es decir, se cree que se pueden lograr efectos en el mundo real a través de medios que desafían las leyes naturales conocidas.

Este tipo de pensamiento es común en los niños, como parte natural de su desarrollo cognitivo, pero también puede persistir en algunos adultos. En contextos culturales y religiosos, el pensamiento mágico puede estar relacionado con prácticas espirituales o rituales, y no necesariamente se considera una distorsión en esos contextos.

La situación que describes, donde una persona cree que sus pensamientos pueden influir directamente en la realidad, como en el caso de pensar en alguien y luego recibir un mensaje de esa persona, puede ser interpretada como una coincidencia desde una perspectiva científica. Sin embargo, para la persona que experimenta esto, puede sentirse como una confirmación de sus creencias en el poder de sus pensamientos.

Desde una perspectiva psicológica, la tendencia a creer en la influencia directa de los pensamientos sobre la realidad puede ser considerada una forma de sesgo cognitivo, específicamente un sesgo de confirmación, donde la persona presta atención a los eventos que confirman sus creencias y descarta aquellos que no lo hacen. Esto no necesariamente significa que el pensamiento mágico sea una distorsión patológica, a menos que interfiera significativamente con la capacidad de la persona para funcionar en su vida diaria.

El pensamiento mágico puede ser visto como una manifestación del deseo humano de encontrar conexión y significado en el universo. La religión y la espiritualidad ofrecen caminos hacia la comprensión del mundo que van más allá de la lógica y la razón científica, permitiendo a las personas explorar dimensiones de la existencia que la ciencia no puede explicar completamente.

Desde mi perspectiva, la clave está en encontrar un equilibrio entre la apertura a experiencias que trascienden la comprensión racional y el reconocimiento de los límites de nuestra percepción y entendimiento.

Los sentimientos y pensamientos que describes, incluyendo presentimientos sobre tu propia muerte, preocupaciones recurrentes sobre morir en circunstancias violentas, y sentir que tu vida está llegando a su fin, pueden ser manifestaciones de ansiedad o depresión.

Es importante entender que estos pensamientos, aunque son muy reales y angustiantes para ti, no necesariamente reflejan la realidad de lo que sucederá en el futuro.

La mente humana puede crear escenarios muy vívidos, especialmente cuando estamos bajo estrés, ansiedad o depresión.

El hecho de que estos pensamientos y sueños sean recurrentes y te causen malestar indica que podría ser muy beneficioso hablar con un profesional de la salud mental. Un psicólogo, psiquiatra, o terapeuta puede ayudarte a explorar las raíces de estos pensamientos, ofrecerte estrategias para manejarlos, y proporcionar apoyo emocional. No tienes que enfrentarte solo a estos sentimientos.

Estos momentos de profunda introspección y preocupación sobre la muerte pueden ser vistos también como oportunidades para explorar el significado y el propósito de tu vida.

La contemplación de la muerte, aunque puede ser inquietante, también tiene el potencial de abrirnos a una apreciación más profunda del momento presente y a una reconsideración de lo que valoramos más. En muchas tradiciones espirituales, la reflexión sobre la propia mortalidad es un camino hacia el despertar espiritual y una mayor conexión con el mundo.

Es crucial, sin embargo, distinguir entre la exploración espiritual de estos temas y el ser abrumado por pensamientos intrusivos y ansiedad. Buscar apoyo y orientación profesional puede ser un paso valioso hacia el entendimiento y la gestión de estos sentimientos. Además, conectar con otros, ya sea amigos, familiares, o grupos de apoyo, puede proporcionarte una red de seguridad emocional y reducir el sentimiento de aislamiento.

Recuerda, pedir ayuda es un signo de fortaleza. No estás solo en esto, y hay caminos hacia la paz y la comprensión que puedes explorar con el apoyo adecuado.