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Síndromes de activación mastocitaria: ¿qué son y cómo detectarlos?
Por: Dr. José Israel León Pedroza
Muchas personas viven durante años con síntomas persistentes, cambiantes y aparentemente no relacionados, como: enrojecimiento súbito de la piel, palpitaciones, diarrea, dolor abdominal, mareo, cefaleas, urticaria, intolerancia a múltiples fármacos o alimentos, fatiga extrema. Con frecuencia reciben diagnósticos parciales —ansiedad, colon irritable, alergias inespecíficas— sin una explicación integradora. En algunos de estos casos, el problema puede estar en una célula poco conocida pero fundamental del sistema inmunológico: el mastocito.
¿Qué son los mastocitos?
Los mastocitos son células del sistema inmunitario presentes en casi todos los tejidos del cuerpo, especialmente en la piel, el aparato respiratorio, el tubo digestivo y alrededor de los vasos sanguíneos y nervios. Su función normal es protegernos: actúan como sensores de peligro frente a infecciones, toxinas o lesiones, liberando mediadores químicos que coordinan la respuesta inflamatoria. Entre estas sustancias se encuentran la famosa histamina, pero también otras moléculas, conocidas como: triptasa, quimasa, prostaglandinas, leucotrienos y varias citocinas.
Cuando la activación es adecuada y transitoria, cumple su objetivo. El problema aparece cuando los mastocitos se activan de forma exagerada, inapropiada o repetida, incluso en ausencia de una amenaza real.
¿Qué son los síndromes de activación mastocitaria?
Los síndromes de activación mastocitaria (SAM) son un grupo de trastornos caracterizados por la liberación excesiva o desregulada de mediadores mastocitarios, sin que necesariamente exista un aumento en el número de mastocitos. Esto los distingue de la mastocitosis, donde sí hay una proliferación anormal de estas células.
¿Qué síntomas pueden producir?
Los síntomas son variados porque los mastocitos están distribuidos por todo el cuerpo y sus mediadores afectan múltiples sistemas. Además, pueden fluctuar con el tiempo, lo que dificulta el diagnóstico.
Síntomas frecuentes:
• Enrojecimiento facial súbito (flushing)
• Urticaria, comezón en la piel con enrojecimiento y ronchas grandes
• Diarrea crónica, dolor abdominal, náusea
• Sensación de palpitaciones en el corazón, mareo o desmayos
• Dolor de cabeza, niebla mental
• Fatiga intensa o cansancio inexplicable
• Disnea o sensación de opresión torácica
• Intolerancia a múltiples alimentos o medicamentos
• En casos graves, puede presentarse anafilaxia, incluso sin un desencadenante claro.
¿Qué puede activar a los mastocitos?
En personas con estos síndromes, estímulos que normalmente serían inocuos pueden desencadenar síntomas, como cambios de temperatura, estrés emocional, ejercicio, ingesta de alcohol, alimentos fermentados o ricos en histamina, antiinflamatorios, opioides, realizarse estudios con medios de contraste, infecciones o cambios hormonales.
Lo importante es que no siempre hay un patrón fijo, y los detonantes pueden variar entre personas e incluso en la misma persona a lo largo del tiempo.
¿Cómo se diagnostican los síndromes de activación mastocitaria?
El diagnóstico es clínico y requiere un enfoque cuidadoso. No existe una sola prueba definitiva.
De forma general, se consideran tres elementos:
1. Síntomas compatibles. Afectación de al menos dos sistemas (piel, digestivo, cardiovascular, respiratorio, neurológico), de carácter episódico o fluctuante.
2. Evidencia de activación mastocitaria. Puede evidenciarse mediante elevación de triptasa sérica durante los episodios (comparada con el valor basal), aumento de metabolitos de histamina o prostaglandinas en orina. Es importante señalar que valores normales no excluyen el diagnóstico, especialmente fuera de las crisis.
3. Respuesta al tratamiento. Mejoría con fármacos que bloquean mediadores mastocitarios.
La combinación de estos criterios, y la exclusión de otras enfermedades, permite establecer el diagnóstico.
¿Cuándo sospechar un síndrome de activación mastocitaria?
Conviene pensar en estos síndromes si usted presenta síntomas multisistémicos sin explicación única, diagnósticos fragmentados que no integran el cuadro completo, reacciones exageradas o impredecibles a fármacos o alimentos, episodios de anafilaxia sin causa clara o bien si tiene asociación con otras condiciones como disautonomía, síndrome de Ehlers-Danlos o fatiga crónica.
La sospecha clínica es clave. El error más frecuente es no considerarlos.
¿Tienen tratamiento?
Aunque no siempre existe una “cura” definitiva, muchas personas mejoran significativamente con un manejo adecuado, que suele incluir identificación de detonantes, cuidado de la alimentación y de la actividad física y tratamiento farmacológico dirigido a los mediadores. Se requiere un enfoque individualizado y seguimiento cercano, ya que el objetivo no es solo reducir síntomas, sino recuperar calidad de vida.
Un mensaje final
Los síndromes de activación mastocitaria nos recuerdan que el sistema inmunológico no solo puede fallar por defecto, sino también por exceso. Reconocerlos implica aceptar que algunos padecimientos no encajan fácilmente en categorías clásicas, pero eso no los hace menos reales.
Para quienes los viven, poner nombre a lo que ocurre puede ser el primer paso hacia el alivio.
Para quienes los atienden, mantener la sospecha abierta puede cambiar radicalmente la historia de un paciente.
16/12/2025