Mtra. Yasmín Luna

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No. de cédula: 12508141 14523228

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Soy psicóloga con formación en Terapia Cognitivo-Conductual y un enfoque integrativo, lo que me permite adaptar las estrategias terapéuticas a las necesidades específicas de cada persona. Me dedico a acompañar a niños, adolescentes y adultos en el manejo de emociones, vínculos, crisis vitales y procesos personales profundos.

Trabajo desde la empatía, el respeto y la escucha activa para que cada sesión sea un espacio seguro donde puedas sentirte comprendido y avanzar hacia una vida con mayor claridad y bienestar.

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Sobre mí

Soy psicóloga con formación en Terapia Cognitivo-Conductual y un enfoque integrativo, lo que me permite adaptar las estrategias terapéuticas a las necesidades específicas de cada persona. Me dedico a acompañar a niños, adolescentes y adultos en el manejo de emociones, vínculos, crisis vitales y procesos personales profundos.

Trabajo desde la empatía, el respeto y la escucha activa para que cada sesión sea un espacio seguro donde puedas sentirte comprendido y avanzar hacia una vida con mayor claridad y bienestar.

Enfoque terapéutico

Psicología infantil
Psicoterapia cognitivo conductual

Enfocado en:

  • Depresión
  • Adicciones (trastornos adictivos)

Principales enfermedades tratadas

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Doctor
Yasmín Luna

Psicólogo

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Enfermedades tratadas

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  • Evaluación a pacientes pre trasplante de riñón clínica Kidney Care Center. Aun continúo haciendo evaluaciones
  • Clínica de rehabilitación de adiciones Mar a mar.
  • Clínica de rehabilitación de adicciones Ocean.
  • Instituto Municipal de la Mujer. (IMMUJER)
  • Actualmente laboro en la consulta privada. Con pacientes niños, adolescentes y adultos.
  • Centro de rehabilitación de adicciones una Nueva visión.
  • Clinica de rehabilitación de adicciones Pacific center
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Publicaciones

  • Autoestima: el valor de aprender a mirarte con compasión La autoestima es la forma en la que nos percibimos, nos hablamos y nos tratamos a lo largo de la vida. No se trata de “pensar bonito” todo el tiempo ni de tener una confianza inquebrantable. Se trata, más bien, de construir una relación más amable y realista con nosotros mismos. Muchas veces, nuestra autoestima se ha formado a partir de mensajes que recibimos en la infancia, experiencias dolorosas, críticas constantes o expectativas inalcanzables. Esto puede hacer que, con el tiempo, aprendamos a tratarnos con dureza, a exigirnos de más o a sentir que no somos suficientes. Trabajar en la autoestima no significa ignorar nuestras áreas de mejora, sino aprender a reconocerlas sin juzgarnos. Significa poder ver nuestras cualidades, reconocer nuestros logros, poner límites sanos y dejar de vivir comparándonos con otros. Desde la terapia psicológica, es posible sanar esas heridas que afectaron la forma en que te ves. Aprender a valorarte no es un proceso rápido, pero sí uno profundo y transformador. Cuando te relacionas contigo misma(o) desde la compasión, toda tu vida comienza a cambiar: tus decisiones, tus vínculos y tu bienestar emocional. Si sientes que tu autoestima está dañada, recuerda que no estás sola(o) y que es completamente posible reconstruirla. La terapia puede ayudarte a reconectar con tu valor, con tus recursos internos y con una nueva forma de estar contigo misma(o).
  • Sanar no es una línea recta: a veces retrocedes, pero eso también es parte del camino Muchas personas llegan a terapia con una expectativa comprensible: sanar pronto, dejar de sentirse mal y “volver a la normalidad” lo antes posible. Pero la realidad es que el proceso de sanación emocional no es lineal. No se trata de avanzar en línea recta, sin tropiezos ni recaídas. Se parece más a una montaña con subidas, bajadas, pausas, retrocesos, y momentos de calma. Hay días en los que sientes que avanzas con pasos firmes, y otros en los que pareciera que todo lo trabajado se desmorona. Puede ser frustrante, agotador o incluso decepcionante. Pero es importante saber que eso también es parte del proceso. Volver a sentir tristeza, ansiedad o inseguridad no significa que estés empezando de cero, ni que hayas fallado. Muchas veces, es una señal de que estás profundizando en heridas que llevan años ahí. Sanar implica aprender a sostenerte en los días difíciles, a observar con más compasión tus emociones, a no exigirte perfección y a reconocer tus avances, aunque sean pequeños. La transformación no siempre se nota al instante, pero con el tiempo se siente: duelen menos las mismas cosas, reaccionas distinto, te conoces más, y te hablas mejor. La terapia no borra el pasado, pero te da herramientas para resignificarlo. No elimina los días grises, pero te acompaña a atravesarlos con más claridad y cuidado. Si estás en ese punto en el que sientes que retrocedes, respira: no vas atrás, solo estás en una parte distinta del camino. Confía en tu proceso y, si lo necesitas, busca acompañamiento profesional. Estás sanando, aunque a veces no lo parezca.
  • Ansiedad: cuando tu mente intenta protegerte, pero se sobrecarga La ansiedad es una reacción natural del cuerpo y de la mente ante situaciones que percibimos como amenazantes o inciertas. No es un enemigo: es un mecanismo de defensa que busca anticipar peligros para mantenernos a salvo. El problema aparece cuando ese mecanismo se activa con demasiada frecuencia, intensidad o sin que haya un peligro real presente. Muchas personas viven con ansiedad constante sin saberlo. Pueden sentir presión en el pecho, pensamientos acelerados, insomnio, sensación de que “algo malo va a pasar”, miedo a perder el control o a no estar a la altura. También puede manifestarse como perfeccionismo, irritabilidad o una necesidad de tener todo bajo control. La ansiedad no es sinónimo de debilidad ni algo que se “supera” simplemente con fuerza de voluntad. Es un estado que necesita ser entendido, acompañado y trabajado desde un enfoque psicológico. En terapia, no buscamos eliminar por completo la ansiedad, sino ayudarte a identificar sus causas, regular sus síntomas y desarrollar recursos internos para que no te domine. Aprender a relacionarte de manera diferente con tus pensamientos, tu cuerpo y tus emociones puede cambiar por completo la experiencia que tienes contigo misma(o). Si sientes que la ansiedad te está limitando, recuerda: no estás sola(o). Con apoyo y herramientas adecuadas, es posible recuperar la calma, la claridad y el bienestar.
  • Adicciones: cuando el alivio momentáneo se vuelve una cárcel silenciosa Las adicciones no son un signo de debilidad, ni un simple “vicio” que se elige. Son un síntoma profundo de malestar emocional, psicológico o incluso existencial, que se manifiesta a través del consumo compulsivo de una sustancia o comportamiento, pese a las consecuencias negativas. ¿Qué es una adicción? Una adicción es una dependencia que interfiere con la vida cotidiana. Puede tratarse de sustancias (como alcohol, drogas o medicamentos), o de conductas (como el juego, el uso excesivo de redes sociales, la comida, el sexo o las compras). El consumo o la conducta adictiva suele comenzar como una forma de aliviar el dolor emocional, llenar un vacío, escapar de una realidad difícil o desconectarse del malestar interno. Con el tiempo, ese “alivio” se convierte en una necesidad constante, en una forma de sobrevivir que termina por destruir. ¿Cómo saber si existe una adicción? Existen algunas señales clave: • Dificultad para controlar o detener el consumo o la conducta. • Pensamientos constantes relacionados con la sustancia o actividad. • Abandono de responsabilidades o relaciones importantes. • Necesidad de consumir más para sentir el mismo efecto (tolerancia). • Malestar físico o emocional al intentar dejarlo (abstinencia). • Sentimiento de culpa o vergüenza después del consumo. ¿Por qué es difícil salir? Las adicciones afectan el funcionamiento del cerebro, especialmente las áreas relacionadas con la recompensa, la motivación y el autocontrol. Además, muchas veces están ligadas a traumas, duelos, ansiedad, depresión o dinámicas familiares disfuncionales. Por eso, dejar de consumir no es solo un acto de voluntad: requiere acompañamiento terapéutico y muchas veces apoyo médico y familiar. ¿Qué se trabaja en terapia? Desde la Terapia Cognitivo-Conductual, se abordan: • Identificación de disparadores del consumo. • Regulación emocional y manejo de ansiedad. • Reestructuración de pensamientos automáticos y creencias disfuncionales. • Desarrollo de nuevas formas de afrontamiento. • Reforzamiento del autocuidado, autoestima y proyecto de vida. También se puede trabajar en paralelo con grupos de apoyo, intervención familiar y en casos necesarios, tratamiento psiquiátrico. Buscar ayuda no es una señal de que fracasaste, sino de que estás listo(a) para recuperar tu vida. Sanar una adicción es posible, y el primer paso es reconocer que mereces vivir sin cadenas.
  • ¿Qué es la ansiedad y por qué no deberías ignorarla? La ansiedad es una respuesta normal del organismo ante situaciones que percibimos como amenazantes, estresantes o inciertas. Su función es protegernos: activa nuestro cuerpo para huir o defendernos si fuera necesario. Sin embargo, cuando esta respuesta se activa con demasiada frecuencia o intensidad, puede volverse problemática. ¿Cómo se manifiesta? La ansiedad se presenta en tres niveles: 1. Físico: palpitaciones, sudoración, tensión muscular, dificultad para respirar, molestias digestivas, entre otros. 2. Cognitivo: pensamientos negativos, miedo anticipatorio, dificultad para concentrarse, sensación de peligro constante. 3. Conductual: evitación de ciertas situaciones, irritabilidad, inquietud motora, dificultad para dormir o para realizar actividades cotidianas. ¿Por qué ocurre? Puede haber múltiples factores: • Biológicos: predisposición genética, desequilibrio neuroquímico. • Psicológicos: pensamientos distorsionados, experiencias pasadas, baja tolerancia a la incertidumbre. • Sociales: estrés crónico, problemas laborales, familiares o de pareja. ¿Cuándo pedir ayuda? La ansiedad se vuelve disfuncional cuando: • Interfiere con tus actividades diarias. • Te impide descansar o disfrutar. • Te lleva a evitar situaciones importantes. • Aumenta con el tiempo en lugar de disminuir. ¿Cómo puede ayudarte la terapia? Desde la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), una de las más eficaces para tratar la ansiedad, se trabaja en: • Identificar y modificar pensamientos automáticos negativos. • Desarrollar habilidades para afrontar el estrés. • Exposición gradual a situaciones temidas. • Técnicas de relajación y respiración. • Reestructuración cognitiva. El objetivo no es eliminar por completo la ansiedad (porque es una emoción útil), sino aprender a regularla y entender su origen, para que no controle tu vida. Si estás viviendo con ansiedad y sientes que no puedes manejarla sola(o), recuerda que pedir ayuda no es señal de debilidad, sino de valentía. La terapia puede darte herramientas reales para recuperar tu equilibrio emocional.
  • Qué es el VIH y qué no es: desmontando mitos desde la psicología Cuando escuchamos la palabra VIH, es común que lo primero que aparezca en nuestra mente sea miedo, confusión e incluso rechazo. Esto no ocurre solo por desconocimiento médico, sino porque durante muchos años se han construido mitos y prejuicios alrededor del tema. Como psicóloga, quiero ayudarte a comprender de manera clara qué significa este diagnóstico y, sobre todo, cómo los pensamientos y creencias que tenemos sobre él pueden influir en nuestro bienestar emocional. ¿Qué es el VIH realmente? El VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Humana) es un virus que afecta al sistema inmunológico, debilitando nuestras defensas naturales frente a infecciones. Vivir con VIH no significa morir pronto. Hoy en día, gracias al tratamiento antirretroviral, las personas pueden llevar una vida larga, activa y saludable. No es lo mismo que SIDA. El VIH es la infección, mientras que el SIDA es una etapa avanzada que ocurre si no se recibe tratamiento. Con los avances médicos, muchas personas nunca llegan a desarrollarlo. En otras palabras: tener VIH no define quién eres ni lo que puedes lograr. Lo que el VIH no es Es importante desmentir algunas creencias que generan miedo y estigmas: No es un castigo. El VIH es una condición médica, no un juicio moral ni algo que “mereciste”. No es una condena social. Muchas personas conviven con VIH de manera discreta y sin limitaciones en sus relaciones. No significa que no puedas tener pareja o hijos. Con acompañamiento médico existen formas seguras de tener vínculos amorosos y formar una familia. No se transmite en la convivencia cotidiana. Abrazar, besar, compartir utensilios o saludar de mano no representan ningún riesgo. El impacto psicológico de los mitos Más que la enfermedad en sí, muchas veces lo que más pesa es la carga emocional del diagnóstico: Estigma social: el miedo a ser juzgado puede llevar a esconder la condición o a aislarse. Autoestigma: cuando una persona empieza a creer los prejuicios sociales (“soy menos valioso”, “nadie me va a querer”), su autoestima se ve gravemente afectada. Ansiedad y depresión: la incertidumbre sobre el futuro puede generar tristeza profunda o crisis de angustia. Aquí la psicología juega un papel esencial: acompañar a la persona en el proceso de aceptación del diagnóstico, trabajar los pensamientos negativos, recuperar la confianza y aprender a vivir con el virus sin que este defina su identidad. Vivir con VIH: un camino de esperanza El diagnóstico puede sentirse como un golpe fuerte, pero no significa el fin. Muchas personas encuentran en este proceso una oportunidad para reorganizar su vida, fortalecer vínculos y descubrir recursos internos que no sabían que tenían. Recuerda: Tu vida no se reduce al VIH. El tratamiento médico te da salud, y el acompañamiento psicológico te da fuerza emocional. Mereces apoyo, compañía y un futuro con proyectos y sueños. Si acabas de recibir tu diagnóstico o conoces a alguien que vive con VIH, recuerda que la información y el acompañamiento son las mejores herramientas para enfrentar el miedo y construir una vida plena.
  • La diferencia entre VIH y SIDA: información clara para entender tu diagnóstico Cuando se recibe un diagnóstico relacionado con el VIH, es común que aparezca la duda inmediata: “¿tengo VIH o tengo SIDA?”. Esta confusión es muy frecuente y, en muchos casos, genera miedo innecesario. Comprender la diferencia entre ambos conceptos no solo ayuda a tomar decisiones informadas sobre el tratamiento, sino que también permite reducir la ansiedad y derribar estigmas que pesan sobre la salud mental de quienes viven con esta condición. ¿Qué es el VIH? El VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Humana) es un virus que ataca al sistema inmunológico, debilitando poco a poco las defensas del cuerpo. Una persona con VIH puede no tener síntomas durante años, especialmente si recibe tratamiento. Con los medicamentos adecuados (antirretrovirales), el virus puede mantenerse bajo control, e incluso llegar a ser indetectable, lo que significa que no se transmite a otras personas (U=U: indetectable = intransmisible). En resumen: tener VIH no significa estar enfermo todo el tiempo, ni significa tener SIDA. ¿Qué es el SIDA? El SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida) es una etapa avanzada de la infección por VIH. Se presenta cuando el sistema inmunológico está muy debilitado y aparecen enfermedades llamadas “oportunistas”, que se aprovechan de la falta de defensas. No todas las personas con VIH desarrollan SIDA. De hecho, con el tratamiento actual, muchas nunca llegan a esa etapa. Rompiendo la confusión: VIH no es igual a SIDA Una forma sencilla de entenderlo es la siguiente: El VIH es el virus que entra al cuerpo. El SIDA es la condición que puede aparecer si el virus no se controla y debilita demasiado al sistema inmune. Es decir, todas las personas con SIDA tienen VIH, pero no todas las personas con VIH tienen SIDA. El impacto psicológico de esta confusión La falta de información provoca que muchas personas, al escuchar el diagnóstico de VIH, piensen automáticamente: “voy a morir”. Esta idea genera: Crisis de ansiedad: el miedo intenso al futuro o a la muerte. Depresión: sentimientos de desesperanza y pérdida de sentido de vida. Autoestigma: rechazo hacia uno mismo por creer que “ya no hay salida”. La psicología ayuda a: Comprender que VIH y SIDA no son lo mismo. Reestructurar los pensamientos catastróficos. Fomentar la adherencia al tratamiento médico. Recuperar la confianza en el futuro y en la capacidad de seguir construyendo proyectos de vida. Vivir con VIH hoy Gracias a los avances médicos, vivir con VIH no es una sentencia de muerte. Con el tratamiento adecuado, la mayoría de las personas: Nunca desarrollan SIDA. Pueden tener una vida plena, con pareja, familia y proyectos personales. Alcanzan una esperanza de vida muy similar a la de alguien sin el virus. Tips psicológicos para asimilar tu diagnóstico Infórmate con fuentes confiables. La información es tu mejor aliada contra el miedo. Cuida tu diálogo interno. Evita frases como “estoy condenado” y cámbialas por “tengo una condición que puedo manejar”. Busca apoyo. Hablar con un psicólogo o un grupo de apoyo puede aliviar la ansiedad y darte recursos para enfrentar el proceso. Recordar esta diferencia es fundamental: tener VIH no es lo mismo que tener SIDA. Tu diagnóstico no te define, y con tratamiento y acompañamiento puedes vivir una vida plena, llena de proyectos y de sentido.
  • Tratamiento antirretroviral: cómo funciona y cómo se relaciona con tu bienestar emocional Cuando alguien recibe un diagnóstico de VIH, una de las primeras recomendaciones médicas es iniciar el tratamiento antirretroviral. Para muchas personas, esto puede sonar como algo complejo, lleno de dudas y miedos: “¿Cómo funciona?”, “¿voy a tener efectos secundarios?”, “¿esto me cambiará la vida?”. Entender qué es este tratamiento y cómo puede ayudarte, tanto en tu salud física como en tu bienestar emocional, es clave para vivir con mayor tranquilidad. ¿Qué es el tratamiento antirretroviral? El tratamiento antirretroviral (TAR) consiste en un conjunto de medicamentos que: No eliminan el virus, pero lo mantienen bajo control. Reducen la cantidad de VIH en la sangre hasta niveles indetectables. Ayudan a que el sistema inmunológico se mantenga fuerte. Cuando una persona sigue su tratamiento de manera constante: Su calidad de vida mejora significativamente. El virus deja de ser transmisible a otras personas (U=U: Indetectable = Intransmisible). Puede llevar una vida larga y plena, similar a la de cualquier otra persona. Más allá de lo médico: el impacto emocional Tomar un tratamiento diario no es solo un proceso físico, también representa un desafío psicológico. Algunas de las emociones más comunes son: Ansiedad: miedo a los efectos secundarios o a lo que representa depender de un medicamento. Negación: dificultad para aceptar el diagnóstico, lo que puede llevar a saltarse dosis. Autoestigma: sentir vergüenza al tomar el medicamento frente a otros, como si fuera una “marca” del diagnóstico. Esperanza: para muchos, el tratamiento es también un recordatorio de que hay vida, salud y futuro. El papel de la psicología en la adherencia al tratamiento La adherencia (tomar los medicamentos como lo indica el médico, sin olvidos) es fundamental para que el tratamiento funcione. Sin embargo, no siempre es fácil. Desde la psicología, se trabaja en: Manejo de emociones: aprender a lidiar con el miedo, la frustración o la negación. Reestructuración cognitiva: cambiar pensamientos como “soy débil por depender de medicinas” por “este tratamiento me permite vivir con salud y libertad”. Rutinas y hábitos: estrategias prácticas para recordar la toma (alarmas, recordatorios visuales, integrar el medicamento a la rutina diaria). Motivación: conectar la disciplina del tratamiento con lo que la persona más valora en su vida (sus hijos, pareja, proyectos, sueños). Cómo el TAR mejora tu bienestar emocional Aunque al inicio puede sentirse pesado, con el tiempo muchas personas experimentan: Mayor tranquilidad: saber que el virus está bajo control disminuye la ansiedad. Más seguridad en las relaciones: gracias a U=U, el miedo a transmitir el virus desaparece. Recuperación de la autoestima: comprender que se puede tener una vida plena y productiva. Proyecto de vida renovado: retomar planes y metas que antes parecían imposibles. Tips psicológicos para fortalecer tu relación con el tratamiento Integra el medicamento a tu rutina diaria. Por ejemplo: tomarlo después de lavarte los dientes o al desayunar. Habla de lo que sientes. Compartir tus miedos con un psicólogo o grupo de apoyo alivia la carga emocional. Enfócate en lo positivo. Cada pastilla es un recordatorio de que tienes la oportunidad de vivir plenamente. Sé amable contigo mismo. Si olvidas una dosis o te frustras, no te castigues. Retoma el tratamiento y busca estrategias que te ayuden a no repetirlo. Conclusión El tratamiento antirretroviral no es solo una medicina, es una herramienta de vida y de esperanza. Adoptarlo con responsabilidad y trabajarlo desde la psicología te permitirá no solo mantenerte físicamente sano, sino también construir una vida emocional más tranquila, segura y plena.
  • Violencia emocional vs. violencia psicológica: ¿cuál es la diferencia? En muchas ocasiones se utilizan los términos violencia emocional y violencia psicológica como si fueran lo mismo. Sin embargo, aunque están estrechamente relacionadas, es importante comprender sus diferencias para poder identificarlas y pedir ayuda a tiempo. Violencia emocional La violencia emocional se refiere a aquellas conductas que buscan dañar los sentimientos y la autoestima de una persona. Algunos ejemplos son: Humillaciones o burlas. Indiferencia o rechazo constante. Chantaje emocional (“si me dejas, me hago daño”). Minimizar o invalidar los sentimientos. Este tipo de violencia tiene como consecuencia que la persona se sienta poco valiosa, insegura o culpable. Violencia psicológica La violencia psicológica, en cambio, abarca un espectro más amplio, ya que además de herir los sentimientos, busca alterar la percepción de la realidad, el pensamiento y la autonomía mental de la víctima. Ejemplos de ello son: Manipulación constante. Gaslighting (hacer dudar a la persona de su memoria o percepción). Intimidaciones o amenazas repetidas. Aislamiento social extremo. La violencia psicológica puede tener efectos más profundos, generando ansiedad, depresión e incluso dependencia hacia la persona agresora. ¿Por qué es importante distinguirlas? Entender esta diferencia permite visibilizar formas de abuso que muchas veces se normalizan o pasan desapercibidas. Reconocer que algo no está bien es el primer paso para buscar apoyo y recuperar la confianza en uno mismo. Si sospechas que estás viviendo alguna de estas formas de violencia, recuerda que no estás sola(o). Un proceso terapéutico puede ayudarte a identificar estos patrones, fortalecer tu autoestima y construir relaciones más sanas.
  • ¿Qué es la codependencia en las adicciones? La codependencia es una forma de relación poco saludable en la que una persona se enfoca tanto en los problemas, emociones o comportamientos de alguien más (por ejemplo, una persona con adicción), que se olvida de sí misma. Es común en familias o parejas donde alguien tiene una adicción al alcohol, drogas u otras sustancias. La persona codependiente suele intentar "salvar" al otro, ayudarlo a toda costa, aunque eso la dañe emocionalmente. Características comunes de la codependencia: Sienten una responsabilidad excesiva por los problemas del otro. Les cuesta poner límites sanos. Tienen miedo de que la persona con adicción los abandone o se enoje. Su autoestima depende de cuánto ayudan o cuidan al otro. A menudo niegan sus propias necesidades y emociones. Pueden caer en conductas de control, pensando que si controlan al otro, dejará de consumir. ¿Por qué ocurre la codependencia? Muchos estudios muestran que la codependencia puede formarse en personas que: Crecieron en familias con adicciones, violencia o emociones reprimidas. Aprendieron desde niños/as a cuidar a otros para sentirse seguros. No aprendieron a poner límites ni a expresar lo que sienten. ¿Cómo afecta la recuperación del paciente con adicción? Aunque la intención de ayudar es buena, la codependencia puede dificultar la recuperación porque: Protegen al otro de las consecuencias de su adicción (por ejemplo, pagan sus deudas, mienten por él/ella). Refuerzan la adicción sin querer, porque el paciente no se hace responsable. Se descuidan a sí mismos/as, lo que también genera más estrés, ansiedad y enojo. ¿Qué se puede hacer? Lo más importante es saber que la recuperación también es para los familiares y parejas, no solo para quien tiene la adicción. Recomendaciones: Terapia individual: para trabajar autoestima, límites y cuidado personal. Terapia familiar o de pareja: ayuda a mejorar la comunicación y romper patrones dañinos. Grupos de apoyo como Al-Anon o Nar-Anon, donde otras personas en situaciones similares comparten sus experiencias. Aprender a decir “no” sin culpa: poner límites no es abandonar, es cuidarse. Dejar de intentar controlar al otro y centrarse en el propio bienestar. Frase clave para recordar: "No soy responsable de la adicción del otro, pero sí soy responsable de mi bienestar."
  • Cuando el enojo guía la conducta del codependiente Aunque solemos pensar en el/la codependiente como una persona que “cuida demasiado”, también puede experimentar mucho enojo reprimido. Este enojo no siempre se expresa con gritos o discusiones, a veces aparece de forma pasiva, controladora o resentida. Ese enojo puede surgir por: Sentirse usado/a o no valorado/a por la persona con adicción. Años de frustración acumulada. Sentirse atrapado/a en una relación donde siempre da y no recibe. Tener que “cargar” con los errores del otro. ¿Cómo se manifiesta el enojo en la conducta codependiente? Control disfrazado de ayuda: Hacen cosas por el otro (como pagarle deudas o resolverle problemas) pero con una actitud de “yo soy quien te salva” o “sin mí estarías perdido”. Hay enojo en el fondo, aunque no se diga abiertamente. Críticas constantes: El codependiente dice que quiere que el otro mejore, pero constantemente lo culpa, lo compara o lo regaña. El mensaje que se transmite es: "Nunca serás suficiente, pero igual te necesito mal para que me necesites a mí." Sabotaje sutil: Puede que el familiar esté empezando a mejorar, ir a terapia o mantenerse sobrio, pero el codependiente no sabe cómo manejar eso. Inconscientemente puede: Recordarle sus errores constantemente. Hacer comentarios como “seguro no te va a durar”. Crear conflictos innecesarios justo cuando el adicto empieza a avanzar. Restar importancia a sus logros. Vínculo basado en el sufrimiento: El enojo surge porque el codependiente ha construido su identidad en torno al cuidado del otro. Si el otro ya no necesita ser “salvado”, ¿qué lugar ocupa él/ella en esa relación? Entonces, inconscientemente puede hacer cosas para que el otro vuelva a recaer y así poder seguir “cuidándolo”. ¿Por qué ocurre esto? (Base psicológica) Desde la psicología, se entiende que muchas personas codependientes desarrollan un rol salvador-cuidador como forma de sentirse necesarias y evitar el abandono. Cuando el adicto mejora, ese rol pierde sentido, y puede generar miedo, vacío y enojo. El control y el cuidado excesivo son formas de lidiar con el miedo al abandono, la baja autoestima o la necesidad de ser indispensables. Si el otro se recupera, el codependiente se enfrenta a su propia vida, sus vacíos y heridas, que muchas veces ha evitado. Reflexión para trabajar en sesión: ¿Qué pasaría si la persona adicta sanara completamente y ya no me necesitara? Si esta pregunta genera miedo, tristeza o enojo, es probable que haya un patrón codependiente que necesita trabajarse. Lo que puede hacer el/la codependiente para sanar: Reconocer que el enojo no lo hace una mala persona, sino alguien que ha vivido mucho dolor. Aceptar que el control es una ilusión y que el otro tiene derecho a sanar, aunque ya no lo necesite tanto. Empezar a poner la energía en su propia vida, proyectos y bienestar. Buscar apoyo terapéutico y/o grupos como Al-Anon para explorar su historia emocional.
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Formación

  • Maestría en Terapia Cognitivo-Conductual, Universidad Xochicalco, Tijuana
  • Licenciatura en Psicología, Centro Universitario de Tijuana (CUT)
  • Diplomado en Atención y tratamiento del consumo problemático de drogas
  • Diplomado en Conducta adictiva, prevención e intervención
  • Diplomado en Terapia de juego y psicoterapia infantil
  • Diplomado en Estimulación temprana
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6 opiniones

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  • Y

    Muy inteligente, profesional, empatíca.
    Sabe explicar de la manera más detallada y entendible.

     • lariasy • Visita Psicología  • 
  • N

    Es una persona muy inteligente y capaz que me ha ayudado muchísimo. Muy paciente y enfocada en la consulta y hace la consulta amena también. Gracias

     • Lariasy • Visita Psicología  • 
  • I

    Fue mi primera experiencia en terapia y la verdad me ayudo bastante con la situación emocional en la que me encontraba, Yasmin fue paciente en mi proceso y me apoyo en todo momento, lo que hizo sentirme segura en mis sesiones y poder avanzar en cada una de ellas. Estoy muy agradecida y satisfecha con su trabajo y vocación.

     • lariasy • Primera visita Psicología  • 
  • D

    Es muy amable. Te hace sentir en confianza. Explica muy detalladamente.

     • lariasy • Tratamiento psicológico  • 
  • S

    Voy para 2 años en terapia con Yazmín. La verdad es una muy buena experiencia, súper recomendada 10/10

     • Lariasy • Visitas sucesivas Psicología  • 
  • G

    Muy amable y atenta explica muy bien tus dudas Y el lugar está muy bien

     • Lariasy • Primera visita Psicología  • 
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