Lic. Paola Navarro Celis

Es comprensible que esta situación te genere mucha confusión y dolor. En una relación así pueden coexistir varias cosas al mismo tiempo: una dinámica de poder, miedo a perder el trabajo, dependencia emocional o económica, y también sentimientos contradictorios que no siempre son fáciles de identificar ni de nombrar.

Para algunas personas, una relación puede mantenerse durante mucho tiempo sin que se viva como algo deseado o disfrutado, sino como algo que se tolera, se normaliza o se siente difícil de salir. Esto no significa que no haya responsabilidad, pero sí que la experiencia interna puede ser muy distinta a como se ve desde fuera.

Más allá de buscar una respuesta absoluta, suele ser más útil preguntarte cómo te hace sentir a ti esta situación y qué necesitas para procesarla y tomar decisiones que te cuiden. Acompañarte en ese proceso, si lo deseas, puede ayudarte a aclarar emociones y límites.

Lo que describes suele ser muy desgastante emocionalmente. Ser desautorizado, gritado o minimizado frente a otras personas puede afectar mucho la autoestima y generar una sensación constante de inseguridad, especialmente cuando viene de una figura tan importante como un padre.

La confusión que sientes también es comprensible. Cuando alguien hiere, ataca al ser confrontado y después se disculpa como si nada hubiera pasado, se crea un ciclo difícil de entender y de cerrar emocionalmente. Las disculpas pierden sentido si las conductas se repiten, y eso puede hacerte dudar de lo que sientes o incluso de si tienes derecho a sentirlo.

Más allá de cambiarlo a él, suele ser importante que tú puedas clarificar qué límites necesitas para protegerte, qué tanto contacto emocional te hace bien y cómo sostener tu postura sin seguir quedando expuesto/a a ese daño. Acompañarte en este proceso puede ayudarte a ordenar lo que te pasa y a encontrar formas más sanas de relacionarte, incluso si la otra persona no cambia.